De la Villa de Zaachila se recuerdan los biushes, la nuez que se cosecha en los campos de esa localidad, y por el sicario que participó en el intento de asesinato del jefe de la policía García Harfuch. Y, en últimas fechas, por el paro de labores que realiza la policía municipal.
Cada que se menciona el nombre de Zaachila se recuerda a don Amador Pérez Dimas, originario de este municipio de los Valles Centrales, músico militar, autor del internacional danzón «Nereidas».
Los municipios que rodean a la capital del estado enfrentan el problema común que apareció hace no más de seis años, en las comunidades, el surgimiento del crimen organizado.
Sumado al incremento del crujen, los municipios conurbados enfrentan altos índices de robo a casa domicilio, robo a particulares y ataque con arma de fuego, eventos que en primer momento atiende la policía municipal.
El presidente, Rigoberto Chacón, se niega a dar respuesta a la petición de su policía, basado en la idea que sostiene la imagen de una comunidad rural apacible donde los vecinos se conocen y llevan buenas relaciones.
Pero el pueblo, sus habitantes, ya no son los mismos; el crimen y la venta de drogas sentaron sus reales en calles y agencias municipales, los barrios de la cabecera municipal.
De ser una comunidad campesina, sitio al qué se podía llegar los miércoles a disfrutar de embutidos y «cueritos», biuxes cada miércoles, pasó a ser sitio del que son originarios los asesinos qué trabaja para el crimen organizado.
Zaachila, localidad que vio nacer en uno de sus barrios la danza del zancudo, conocidos en otro tiempo como «baches», borrachitos, enfrenta los mismos problemas de las sociedades urbanas, el crecimiento de la delincuencia y crimen organizado y cuenta con una policía municipal qué realiza sus labores en condición de explotación laboral.
